sábado, 26 de marzo de 2011

La tarde sobre el tejado.

No es mi lugar favorito en el mundo, tampoco el más cómodo, pero sí es el único lugar donde existe una conexión eterna conmigo. El cigarro tiene otro sabor y hoy ha conocido mi calma.
Desde que he me despedido de mi hasta hoy, que descubrí que siempre he estado en el mismo lugar. El sonido constante de la polución me lleva a estados diferentes de los acostumbrados.
El color del cielo y el sabor del aire. Es el momento donde todo tiene los mejores colores y los silencios más puros. Es la tarde sobre el tejado. El tejado más hermoso del mundo, el más tranquilo y más amigable. Tiene una parte de mi, si es que no la tiene toda. Y me refriega de tan hermosa manera que el tiempo ha pasado. Es una sensación completa de tranquilidad y fuerza. Bastan solo unos minutos ahí y todo toma un rumbo inesperado, donde la lluvia se lo lleva todo, donde soy libre y descubro que el tiempo no pasa en vano. Pero sí limpia mi alma.
Frágil y anticuado, necesario, espléndido y silencioso. El mejor lugar del mundo para mi, me recuerda donde está París y me tranquiliza al saber que pronto estaré allí.
Y soy feliz, sin pensarlo me puse a reír y me recordó que nunca había estado tan completa y llena en mi vida y eso es bueno... no! eso es muuuy bueno!

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